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Cognizant: ser o no ser digital en la nueva normalidad

La crisis del coronavirus ha supuesto un antes y un después en la vida tal y como la conocíamos hasta el momento. Nada ha sido igual desde marzo de 2020 cuando un virus desconocido y que se propaga como la pólvora ponía en jaque a la economía.

La pandemia del COVID-19 ha marcado un punto de inflexión en los negocios. Los confinamientos estrictos impuestos durante 2020 en la mayoría de los países del mundo para frenar la propagación del virus ‘obligaron’ a las empresas a reinventarse para seguir operativas. Independientemente del sector de actividad, los negocios vieron en la digitalización la única manera para continuar dando servicio y hacer crecer la cuenta de resultados mientras preservaban la salud de empleados, socios y clientes.

Todos los estudios realizados con motivo del COVID revelan que la pandemia ha sido un importante dinamizador de la digitalización para el tejido empresarial. Un informe de McKinsey sostiene que las empresas han acelerado la digitalización de sus interacciones con los clientes y la cadena de suministro, y de sus procesos internos en tres o cuatro años. E, incluso, que la proporción de productos digitales o habilitados digitalmente en sus ofertas se ha acelerado nada menos que siete años. Todo, con el objetivo de satisfacer muchas de las nuevas demandas que la crisis sanitaria planteaba: comercio en línea, teletrabajo, telemedicina, educación a distancia, ocio digital, y así hasta un largo etcétera. Para muestra, un botón: hoy seis de cada diez españoles (un 63%) afirman que ya se han cambiado de la banca física a la digital, según un estudio de Mastercard.

Un futuro más digital 

En este contexto, la digitalización ha pasado de ser algo importante para la competitividad de las empresas a convertirse en algo imprescindible para su supervivencia. Prueba de ello es que casi el millar de directivos que participa en el mencionado informe de McKinsey mantiene que las inversiones realizadas garantizan su permanencia en el mercado.

El sector de la banca, la energía, el transporte, el sanitario, el asegurador… Todos tienen la misma necesidad: la transformación digital. Esto supone aprovechar tecnologías como la inteligencia artificial, el big data, el cloud o el Internet de las cosas para crear nuevos modelos y conceptos de negocio y convertir esa prioridad estratégica en una ventaja en un entorno de gran incertidumbre.

La formación del empleado, como palanca de cambio

Pero para que este viaje digital tenga éxito es necesario que la plantilla abrace este cambio. No sólo ese nuevo talento digital del que han de nutrirse las empresas también aquellos perfiles menos digitales como la generación X o los baby boomers, a los que se les debe ayudar a actualizarse con nuevas competencias y habilidades digitales como está haciendo el Banco Santander. Ya antes de la pandemia, el informe «El futuro del trabajo 2018” del Foro Económico Mundial (FEM) revelaba que, en 2022, habría 133 millones de nuevos empleos relacionados con la tecnología, una previsión que, seguramente, con la digitalización masiva de la población a raíz del confinamiento, se quede corta.

Sin duda, estamos en un punto de no retorno. Difícil imaginar volver a un mundo preCOVID. El virus ha provocado un cambio estructural que ‘exige’ a las empresas ‘enorme cintura’ para ser resilientes y eso pasa por su digitalización.

Descubre cómo Cognizant España puede ayudar al sector segurosbancariosanitario y farmacéuticoenergéticologísticotecnológicofabricaciónmedios y comunicaciones en su viaje digital.

Autores

Natalia Mosquera

Marketing Copywriter